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La relación entre el cortisol y la grasa: El estrés para perder peso nos hace subir de peso

La cuestión del sobrepeso y la obesidad es considerada a nivel mundial como una epidemia y, consecuentemente, un problema de salud pública [1]. Una parte significativa de la población total con sobrepeso y obesidad se encuentra en culturas y naciones obesogénicas, donde la condición provoca un gran número total de desnutrición y muertes. El sobrepeso y la obesidad resultan en aproximadamente 2.8 millones de muertes cada año [2].

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Definida como una persona cuyo índice de masa corporal (IMC) es >30 kg/m2, la población con sobrepeso y obesidad ha crecido exponencialmente desde 1980, donde en 2014 al menos el 13% a nivel mundial experimentaba estos problemas [1]. Se sabe que estas condiciones son factores de riesgo elevado para enfermedades no transmisibles como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos musculoesqueléticos e incluso algunos tipos de cáncer [2].



Aunque se sabe que es el resultado de una miríada de factores genéticos y ambientales [1], la causa del sobrepeso y la obesidad puede ser resumida—vagamente—en un desequilibrio energético o calórico entre lo ingerido y lo utilizado [2]. Sin embargo, también se sabe que elementos psicológicos y emocionales influyen en este asunto al modular funciones metabólicas e inmunológicas a través de la experiencia crónica de emociones negativas, como la ansiedad y el estrés; evidenciando así la influencia del estrés en el sobrepeso y la obesidad.

¿Qué es el estrés?

En términos neuroendocrinos, el estrés actúa liberando cortisol, una poderosa hormona esteroide, desde la corteza suprarrenal hacia la circulación, lo que sigue con la activación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HPA) y el núcleo supraquiasmático hipotalámico (SCN) [3]. El estrés puede activarse, por ejemplo, durante una lesión física o una amenaza psicológica percibida. Es una respuesta corporal adicional a su mecanismo básico de homeostasis que proporciona una mejor oportunidad de supervivencia cuando el cuerpo está bajo amenaza, movilizando redes neurales y hormonales que optimizan las funciones cognitivas, cardiovasculares, inmunológicas y metabólicas [4].



La exposición al estrés repetido o crónico tiene un efecto perjudicial en varios aspectos y procesos de la fisiología de un organismo dado, como en el funcionamiento del sistema nervioso, el crecimiento y desarrollo, el metabolismo y la composición corporal, la función reproductiva y la función del sistema inmunológico [5]. Las elevaciones agudas en los niveles de cortisol son beneficiosas, ya que fomentan la adaptación para la supervivencia—como parte de un mecanismo de lucha o huida.



Sin embargo, estar expuesto a un alto estrés crónico revertirá tales beneficios y más se promoverá la maladaptación, como el desarrollo de formas de cáncer, trastornos de salud mental, susceptibilidad a infecciones, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico y/o obesidad [4], dependiendo, por supuesto, del momento y la cantidad de exposición al cortisol.



El estrés es bueno, ya que activa para su función óptima procesos cognitivos, cardiovasculares, respiratorios y metabólicos. Pero el estrés agudo y crónico puede afectar al organismo.

El cortisol y el aumento de peso

El estrés contribuye al desarrollo y mantenimiento de la obesidad [2, 4]. Esta relación puede resumirse y describirse en un modelo bidireccional que incluye los sistemas interactivos de cognición, fisiología, comportamiento y bioquímica influenciados por el estrés [6]. Como resultado, puede desarrollarse la obesidad, que a su vez, debido a factores socioculturales, puede provocar estigma sobre el peso. Nuevamente, el estigma experimentado inducirá estrés y provocará un circuito entre el estrés y la obesidad.

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Cada elemento será brevemente descrito.

Cognición:

La autorregulación es crucial para modular el comportamiento y la toma de decisiones de una persona. Esto impactará directamente en las elecciones alimenticias, la actividad física, así como en procesos cognitivos y emocionales como la función ejecutiva y el comportamiento orientado a objetivos [6].

Comportamiento:

La autorregulación inadecuada probablemente impactará en uno de los siguientes elementos que influirán en la forma en que comemos, hacemos ejercicio y descansamos. Relacionado con lo primero, los humanos, al igual que varias especies, han sido observados comiendo inducidos por el estrés. Se sabe que la comida puede calmar el estrés, lo cual no es preocupante, pero la falta de autocontrol puede permitir que este comportamiento alcance niveles altos y alarmantes (trastorno por atracón).



Lo segundo ocurre cuando el estrés interrumpe nuestros patrones de actividad física, ya sea disminuyendo la actividad física o aumentando el comportamiento sedentario. Y por último, se sabe que el estrés afecta los patrones de sueño. Los periodos cortos de sueño se relacionan con una mayor probabilidad de obesidad, al igual que con una masa muscular más baja. El sueño y el descanso son esenciales para el control del peso y el estrés [6].

Fisiología:

Se sabe que el estrés activa múltiples sistemas fisiológicos, y en exceso, los desvía. Tres se mencionan comúnmente: el HPA, el Sistema de Recompensa y el microbioma. El primero, como se mencionó, secreta cortisol como respuesta al estrés, que a su vez activa comportamientos reconfortantes como comer, y promueve la deposición de grasa en regiones abdominales. El segundo actúa como el HPA, en la medida en que se refiere a un mecanismo de ‘búsqueda de placer’ que, bajo estrés, activa el comportamiento de búsqueda de alimentos para calmar la emoción negativa. Y por último, el microbioma es uno que, dependiendo de su salud, puede influir en la sensación de estrés al modularlo o provocarlo [6].

Biología:

Esta área se refiere a la modulación de sustancias bioquímicas relevantes para el peso y la obesidad, como la leptina y la grelina. La leptina y la grelina son, en términos generales, hormonas de saciedad y hambre, respectivamente. Cuanto más leptina segreguemos, más saciados estaremos, lo que traerá una sensación de calma y tranquilidad después de comer. La grelina, por otro lado, en concentraciones altas puede causar hambre y estrés para activar el comportamiento de búsqueda de alimentos [6].

Manejar el estrés maneja el peso

Curiosamente, algunas de las intervenciones no farmacológicas para el estrés también se emplean en la obesidad. En el siguiente párrafo, se describen algunas sugerencias que ayudarán tanto con el estrés como con el aumento de peso o la obesidad.

Dieta:

El estrés crea mayores demandas fisiológicas que los estados basales. Se necesitan más energía, oxígeno, circulación y cofactores metabólicos en general cuando se está bajo estrés (por ejemplo, vitaminas y minerales). Comer una dieta rica en nutrientes puede ayudar a modular y calmar el estrés [7].

Intervenciones conductuales:

Se han sugerido varias terapias cognitivo-conductuales y han demostrado ser beneficiosas en el manejo del estrés. De la mano de un terapeuta, ya sea mediante entrenamiento de mindfulness, estrategias de relajación, entrenamiento de habilidades personales e interpersonales, terapia de aceptación y compromiso, entrenamiento de resiliencia y afrontamiento, estas pueden mejorar y disminuir el estrés agudo, lo que a su vez ayudará con la obesidad [8].

Actividad física:

Los beneficios de la actividad física en problemas de salud, tanto fisiológicos como psicológicos, son ampliamente conocidos en la comunidad científica. Diferentes niveles de actividad física implican diferentes efectos en la respuesta neurofisiológica relacionada con el estrés psicosocial. Aquellos que se ejercitan constantemente tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades depresivas y más probabilidades de mitigar el estrés [9].

Cirugía bariátrica:

Además de reducir el peso de manera excelente, se ha demostrado que el uso de cirugía bariátrica en comparación con intervenciones no quirúrgicas para la obesidad tiene beneficios medibles en la reducción de síntomas psiquiátricos como la depresión, la ansiedad y el estrés—además, por supuesto, de la reducción en el peso corporal [10].

Cirugía de pérdida de peso en Tijuana, México

En LIMARP, Centro Internacional de Excelencia para la Obesidad, ofrecemos un programa bariátrico integrador, con un enfoque multidisciplinario, para el tratamiento de la obesidad. Nuestro programa incluye una intervención quirúrgica —como una manga gástrica, un bypass gástrico o un switch duodenal—, o una intervención no quirúrgica —como un balón intragástrico—, junto con asesoramiento psicológico, orientación nutricional, rutinas de ejercicio personalizadas y seguimiento a largo plazo.



Para nuestros pacientes que viajan desde el extranjero, también ofrecemos alojamiento en nuestro hotel contiguo, el lujoso Grand Hotel Tijuana, y transporte de ida y vuelta al aeropuerto y al hotel.



Nuestra clínica es uno de los únicos centros en México que han sido certificados como Centro de Excelencia por la Surgical Review Corporation. Nuestro cirujano principal, la Dra. Liza María Pompa González, está certificada como Cirujano Maestro y Cirujano de Excelencia por la misma organización, y es la primera cirujana mujer en recibir este reconocimiento.

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Referencias

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La Doctora Liza María Pompa González es miembro de las siguientes asociaciones y participa de forma regular en sus congresos y conferencias, en calidad de ponente y/o asistente:

  • Asociación Mexicana de Cirugía General
  • Colegio Mexicano de Cirugía para la Obesidad y Enfermedades Metabólicas
  • Fellow del Colegio Americano de Cirujanos
  • Asociación Americana de Cirugía para la Obesidad y Metabólica, como miembro internacional
  • International Bariatric Club
  • Federación Internacional de Obesidad
  • Federación Internacional de Obesidad
  • Asociación Estadounidense de Diabetes
  • Asociación de Exalumnos de Harvard

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